sábado, 11 de julio de 2015

Una nueva refutación del tiempo y el espacio*



Entre finales de los ochentas y principios de los noventas, el Hip Hop se consolida como un género popular y vive, a consenso general de la crítica, su época dorada. Por un lado, el más comercial quizás, se tenía el “ganster” rap con la participación de artistas que a la fecha se mantienen vigentes, si bien en estilos o rubros diferentes del medio. Nombres como N.W.A., Dr. Dre, Snoop Dog, LL Cool J, entre muchos otros, lideraban las carteleras y acaparaban la atención y fascinación de blanquitos y negros por igual.

Si bien es cierto que hubo mucha polémica mediática por los temas que muchos de estos artistas abordaban en sus discos, su mérito era y continuará siendo indiscutible en la mayoría de los casos. Si las letras de las canciones eran en gran medida de contenido fuerte, eso era porque retrataban fielmente las realidades sub-suburbanas (?) de las cuales estas provenían. Se hablaba de la discriminación racial, del abuso del policía blanco en los barrios negros (tema que arde especialmente al gringo blanco, por ser cierto, tanto que en la actualidad resurge como tema de discusión), de la vida de food stamps y handshake drugs en los ghettos, en fin, de la supervivencia en un mundo ridículamente desbalanceado en oportunidades. Claro que también se hablaba de la juerga, del gin & juice en los porches de sus casas en Compton, de los negocios dudosos en los que se veía inmiscuido todo buen hustler para poder llevar el pan a la mesa.

Todos estos tópicos, en realidad, ya habían sido tocados por artistas afroamericanos a diestra y siniestra decadas antes (Un cantante soul como Curtis Mayfield, me viene a la mente, por ejemplo. Un grupo de funk como Sly & the family Stone, también.). La novedad ciertamente no era la temática, ni tampoco la apariencia o la jerga (el funk fue especialmente reconocido por valerse de eso), pero ¿entonces qué? Pues la novedad yacía, como ocurre con todo género musical, en el ritmo.

Y ahí es donde el Hip Hop, entrando a los noventas, se pone realmente interesante. Por el puro movimiento natural de las cosas, una vez un género se ha consolidado, el siguiente paso es que se fusione con otros. Nacen grupos como los Beastie Boys y Public Enemy, con una tendencia notablemente parecida en actitud y sonido al rock & roll y al punk, por un lado. Y por otro, personajes ahora infames como MC Hammer y Vanilla Ice, se inclinan más al pop que a otra cosa.

Pero los noventas eran tiempos idoneos para experimentar aún más. De hecho, había toda una escena alternativa que te permitía ser “raro” y aún así sonar en la radio, salir en la tele y así vender discos y dar conciertos a públicos amplios. En el Hip Hop se empiezan a dar casos realmente interesantes como De la Soul y A tribe called Quest que, al igual que sus contemporáneos, atacan los temas sociales pero con la diferencia de que se valen de géneros como el soul, el reggae, el blues y hasta del jazz. Mirando constantemente hacia atrás, hacia el trabajo de sus ancestros, intentan llevar adelante a su gente en un especie de esfuerzo por crear conciencia no solo social sino también histórica, más bien histórica.

Era preciso que alguien se encargara de pasar el relevo musical a las nuevas generaciones que ahora gozaban de acceso inmediato a cientos de emisoras de radio y millones de videos musicales, que alguien les recordara cuan extenso había sido el trabajo anterior, que habían existido antes géneros musicales tan maravillosos como el blues, que hubo toda una escuela de soul llamada Motown, que existieron excentricidades como el funk y que, en un tiempo no muy lejano, los negros dieron nacimiento al único estilo musical que se puede llamar propiamente Estado Estadounidense: el jazz, este siendo, sin dudas, el aporte más elevado de la cultura afroamericana a su país.

En fusionar este género, precisamente, con el Hip Hop se enfocaría un grupo en particular: Digable Planets.

Digable planets estaba formado por tres integrantes: Butterfly, Doodlebug y la chica Ladybug. Su primer disco titulado Reachin': a new refutation of time and space sale en el 93. Es un exito inmediato: los críticos lo amaron, pusieron un hit en el top 20 y hasta se ganaron un grammy por “Best new duo or group”. Su ambiguedad músical les permite ganar aire en emisoras tanto de hip hop como de rock y de alternativa, adquiriendo así un grupo de seguidores bastante ecléctico.

Pongamos atención al título, o más bien al subtitulo del disco: una nueva refutación del tiempo y el espacio. Muy al punto, porque eso es deliberadamente lo que estos personajes intentaron -exitosamente- hacer: Reachin' es una especie de paseo por la escena jazz de los cincuentas y sesentas, pero no es un paseo... digamos, pasivo. Las referencias líricas y auditivas antiguas no van pasando por nuestros oídos mientras nosotros permanecemos inertes en la época actual, no, Digable trae las referencias aquí en algunas canciones y, en otras, nos lleva a nosotros hacia ellas, refutando así el tiempo y el espacio.

Time and Space, se llama una de las canciones y habla en una parte sobre como unos niños en New York corretean por ahí escuchando el increíble Hot Buttered Soul de Issac Hayes de fondo. It's good to be here, la que abre el disco, inicia con un sonido ambiente como de bar de jazz, copas chocan entre ellas, personas murmuran y hasta casi se puede oler humo de tabaco... Se menciona el funk, al legendario Hendrix y hasta a un personaje que utilizaba Parliament en sus canciones: Starchild. Dicen ahí: “We love it where we from but we kick it where we at”.

Una celebración de las raíces que ahora echan flores en el presente.

Reachin´ bien podría funcionar como una pequeña enciclopedia de jazz, pues hace referencia directa a una larga lista de nombres clave, algunos muy famosos, otros bastante oscuros. Para dar una idea (y por si a alguien le sirve como guía), se mencionan por nombre a los jazzistas:

  • Charles Mingus, bajista/piano
  • Miles Davis, trompeta
  • Bud Powell, pianista
  • Dizzy Gillespie, trompeta
  • Hank Mobley, saxófono
  • Eric Dolphy, piano
  • John Coltrane, saxófon
  • Ornete Coleman, saxófon
  • Thelonious Monk, pianista

... y así, muchos más. Con eso basta y sobra para comenzar la aventura.... pero, por si eso fuera poco, el grupo se vale de samples de infinidad de canciones de músicos como: Herbie Hancock, Grant Green, James Brown, Sonny Rollins y un gran etcétera- para terminar de configurar su arriesgada propuesta. Cuando se presentaban en vivo, lo hacían acompañados de un set de músicos más parecido a uno de jazz que de Hip-Hop y de hecho, ya en su segundo disco, Blowout del 94, reducen el uso de samples y aumentan el uso de música original, inclinados aún más al jazz, incluyendo incluso solos instrumentales.

Entonces cuando uno escucha las canciones de Reachin', por transferencia o por añadidura, uno está escuchando las canciones viejas de todos esos artistas, casi siempre partes de varias y varios en una misma- refutando de nuevo el tiempo y el espacio al presentarnos en una misma canción versiones distintas de distintos universos.


Qué buen viaje.


*Publicado originalmente en la revista Saku (#6)

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